No es inútil viajar,
porque es cierto que todas las ciudades
amanecen de un modo parecido,
pero la noche llega en cada una
de manera distinta.
Luis García Montero
1 – Cuadro original:
Nota: Todos los pasteles se envían enmarcados en passepartout
Océano que te abres lo mismo que una mano
A todos los viajeros y a todos los marinos:
Tan sólo para mí eres puño cerrado,
Para mí solamente tú no tienes caminos.
Jamás balanceará tu lomo milenario
La nave que me lleve desde esta tierra mía,
Ondulada y menuda, a las tierras que sueña
Mi juventud inmóvil y mi melancolía.
¡Ah! océano Atlántico multicolor y ancho
Cual un cielo caído entre el hueco de un mar:
Te miro como un fruto que no he de morder nunca
O como un campo rico que nunca he de espigar.
¡Ah! océano Atlántico, fiel leopardo que lames
Mis dos pies que encadenan el amor y la vida:
Haz que un día se sacien sobre tu flanco elástico
Esta ansiedad constante y este afán de partida.
Juana de Ibarbourou
1 – Cuadro original:
Nota: Todos los pasteles se envían enmarcados en passepartout
La primavera de la aldea
bajó esta tarde a la ciudad,
con su cara de niña fea
y su vestido de percal.
Traía nidos en las manos
y le cantaba el corazón
como en los últimos manzanos
el trino del primer gorrión.
Tenía, como los duraznos,
de nieve y rosa hecha la piel
y sobre el lomo de los asnos
llevaba su panal de miel.
A la ciudad, la primavera
trajo del campo un suave olor
en las tinas de la lechera
y los jarros del aguador.
Jaime Torres
Nieva!
Y se extingue nuestra llama,
tu mirada se congela,
y ya no nos queda nada,
y en las venas…,
mi sangre también se hiela.
¡Nieva!
El cielo en copos se desgrana
y se funde con la tierra,
nuestras vidas se separan
al terminar la tormenta.
¡Nieva!
Como si una manta blanca
esté borrando tus huellas,
y se me derrite el alma
al marcharte de mi vera.
Raul Carreras
1 – Cuadro original:
Nota: Todos los pasteles se envían enmarcados en passepartout
Audaces transitando por riscos y cañadas,
Por senderos inciertos y abismales escarpas,
Pasando por la vida robando a la montaña
Su nieve para darles frescura a la solana,
Desde blancos picachos y escabrosas laderas
Que ofrecen un festín de esplendor y belleza.
¿Do están las blancas nieves? ¿Do los hielos se guardan
Que aunque hondos y ocultos, bravos neveros hallan?
Gente ruda que brega; que a los montes despoja
De sus heladas nieves y las roba a las cárcavas;
Que se afana y que escruta el hondo en la montaña,
Cobrando con esfuerzo botín de escarcha blanca
Gregorio Marañón
1 – Cuadro original:
Nota: Todos los pasteles se envían enmarcados en passepartout
Hora de soledad y de melancolía,
en que casi es de noche y casi no es de día.
Hora para que vuelva todo lo que se fue,
hora para estar triste, sin preguntar por qué.
Todo empieza a morir cuando nace el olvido.
Y es tan dulce buscar lo que no se ha perdido.
Y es tan agria esta angustia terriblemente cierta
de un gran amor dormido que de pronto despierta.
José Angel Buesa
1 – Cuadro original:
Nota: Todos los pasteles se envían enmarcados en passepartout
Cantar oigo los vientos de mi Sierra Nevada;
La de nieves perpetuas e inefable balada.
De belleza gigante, rotunda y colosal,
Grandiosa su presencia, su perfil peculiar.
Sus soberbias laderas anduvieron las recuas
De mulas, abrumadas de carga por sus sendas
Y los bravos neveros que en las cimas excelsas
Sacan el duro hielo de profundas cavernas.
Y regresan cantando por estrechas gargantas
Hasta la seca urbe que su frescor aguarda.
Gregorio Marañón
1 – Cuadro original:
Nota: Todos los pasteles se envían enmarcados en passepartout
Las olas se levantan:
hace gimnasia el mar;
arriba, niñas blancas,
hacia el azul final.
Ahora, de puntillas,
tocan la inmensidad
sus dedos estrellados
de agua, de luz y sal.
Se inclinan, corren, saltan
como quien va a cazar
celestes mariposas
de espuma y de cristal.
Bajo el sol de la tarde,
hace gimnasia el mar.
Miguel Moreno Monroy
1 – Cuadro original:
¡El mar, el mar!
Dentro de mí lo siento,
Ya sólo de pensar
en él, tan mío,
tiene un sabor de sal mi pensamiento.
José Gorostiza
1 – Cuadro original:
El trigal se ha entregado a la muerte.
Ya las hoces cortan las espigas.
Cabecean los chopos hablando
con el alma sutil de la brisa.
El trigal sólo quiere silencio.
Se cuajó con el sol, y suspira
por el amplio elemento en que moran
los ensueños despiertos. El día.
ya maduro de luz y sonido,
por los montes azules declina.
¿Qué misterioso pensamiento
conmueve a las espigas?
¿Qué ritmo de tristeza soñadora
los trigales agita…?
¡Parecen las espigas viejos pájaros
que no pueden volar!
Son cabecitas,
que tienen el cerebro de oro puro
y expresiones tranquilas.
Todas piensan lo mismo,
todas llevan
un secreto profundo que meditan.
Arrancan a la tierra su oro vivo
y cual dulces abejas del sol, liban
el rayo abrasador con que se visten
para formar el alma de la harina.
¡Oh, qué alegre tristeza me causáis,
dulcísimas espigas!
Venís de las edades más profundas,
cantasteis en la Biblia,
y tocáis cuando os rozan los silencios
un concierto de liras.
Brotáis para alimento de los hombres.
¡Pero mirad las blancas margaritas
y los lirios que nacen porque sí!
¡Momias de oro sobre las campiñas!
La flor silvestre nace para el sueño
y vosotras nacéis para la vida.
Federico García Lorca
1 – Cuadro original: