Cala Blanca, Jávea
Viento potente y silbante. Viento que flota y se desliza por la superficie marina, produciendo un estruendoso rugido, cual león persiguiendo a la hembra en celo. Viento que arrastra unas tras otras algodonadas mantas de brillante blancura y continua movilidad. Viento que siempre rompe y desgarra, levanta y arremolina esas variopintas, finísimas y diminutas gotitas, que vuelan desde la cresta espumosa hasta perderse en el azulado horizonte, en un último y desesperado intento por evitar el cruento golpe al fundirse el mar y la tierra, la tierra y el mar, el agua convertida en ariete y la resistente muralla con que la misma naturaleza se enfrenta a modo de fortaleza escarpada, ya endurecida tras la permanente erosión y la caída desprevenida de algunos de sus defensores desde sus torres.